sábado, 23 de outubro de 2010

Lendas Mato-Grossenses - Feliciano Galdino - 1919


1919
Traducí una de las leyendas:
Letanía aérea
Se cuenta que un papagayo fue atrapado en el mato, cuando aún mal volaba, y levado a una próspera casa de campo, habitada por gente muy trabajadora y devota.
La ave aprendiera a hablar El papagayo real[1] y, decorrido no mucho tiempo, empezó a hablar la letanía a nuestra señora, que oía la familia rezar.
Todas las noches prestaba atención, bien quieto, a la reza de aquella gente y, en la mañana siguiente, cada vez con más clareza, repetía una buena parte de la oración.
Los viejos consideraban eso interesante, curioso y agradable y los niños se divertían.
Andaba en toda la casa y subía en toda parte. Unos le pedían los pies y otros lo mimaban.
Tan manso estaba el auriverde trepador, que ya dejaba tocar la prieta, seca y blanda lengua.
Dejaron de aparar, por tanto, las alas, de modo que el hablante volador empezó a volar a los árboles más bajos, después a los más altos, sin que alguien se importase con eso, debido a la confianza que inspiraba por la mansedumbre.
Un bello día pasó volando encima de la casa una bandada de papagayo, teniendo muchos de ellos descendido adonde estaba el compañero manso, que se alegró, espeluznando las lindas plumas, batiendo las lindas alas y secundando los gritos de sus semejantes: Curau! Curau! Curau!
Pronto que las niñas que lo cuidaban tuvieron conocimiento de la mal compañía en que estaba, gritaron, arrojando piedra para los ahuyentar, pero, el papagayo manso, seducido por todos los que lo rodeaban, batió con ellos las alas y se incorporó a la bandada que pasaba.
Cierta tarde, después de algunos meses, una algazara clamorosa e entrecortada, llenaba el espacio.
— ¡Letanía aérea!
Era el papagayo manso que pasaba, inesperadamente, en primera y última vez, encima de la casa, a la frente de una bandada enorme de compañeros de todas las edades, ciertamente aquel a que se incorporara en el día de la huída.
Y pasaba tirando la letanía, cuyo ora-pro-nobis[2] era contestado en una retumbante algazara, semejante a las voces de muchas bocinas, cada una en su ton, que hacía el observador comprender que todos, sin excepción, respondían, con precisión a la santa invocación, desde los acólitos del papagayo emancipado hasta las últimas bandadas retardatarias.
Feliciano Galdino, Leyendas matogrosenses


[1] El papagayo real, un cuento popular. Una muchacha todas las noches recibe la visita de un príncipe encantado, transformado en papagayo. Sus hermanas envidiosas armaron una trampa para espantar el pájaro, que se hirió e pensó que la culpa era de la muchacha. Al partir dice que solo lo podrá encontrar nuevamente en el reino de Acelois. A partir de entonces la muchacha parte a una aventura llena de misterio. Hay varias versiones de la misma historia: El papagayo real, de Câmara Cascudo, El papagayo del limo verde, de Sílvio Romero, y Un-ojo, dos-ojos, tres-ojos, de los hermanos Grimm. Nota del digitalizador. http://jovensnabelmonte.blogspot.com/
[2] Ora-pro-nobis: Orad por nosotros. Nota del digitalizador

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